martes, 26 de enero de 2010

TALLER DE FORMACIÓN DE EDUCADORAS Y EDUCADORES POPULARES

(en Buenos Aires)

Coordinación: Equipo de Educación Popular "Pañuelos en Rebeldía"

Abril – Diciembre 2010

Cada 15 días:
Grupo de primer año: todos los segundos y cuartos miércoles de cada mes, de 18.30 a 21.30 hs.
Grupo de segundo año: todos los primeros y terceros miércoles de cada mes, de 18.30 a 21.30 hs.

Una vez por mes
(prioridad para la gente de otras provincias o países)

Grupo de primer año: todos los segundos sábados de cada mes, de 14 a 20 hs.
Grupo de segundo año: todos los primeros sábados de cada mes, de 14 a 20 hs.

La modalidad de los sábados, será un módulo sobre concepción y práctica de educación popular en el primer cuatrimestre, y en el segundo haremos módulos temáticos: trabajo grupal, juego, educación popular; géneros, alfabetizació n, bachilleratos populares, comunicación popular. (estos módulos -de dos meses- serán abiertos a los otros dos grupos para los que quieran trabajar un tema específico)

En el Espacio Cultural Pompeya (Carlos Maria Ramirez 1469, a la altura de "Del Barco Centenera al 3150"). POMPEYA.

Fundamentación: El equipo de Educación "Pañuelos en Rebeldía" realiza sus prácticas de formación de educadores y educadoras populares principalmente desde la concepción política pedagógica nacida en América Latina, al final de los años 50, inicios de los 60 que inspiró Paulo Freire.

Esta concepción se define como una pedagogía emancipatoria, cuestionadora de todo sistema educativo que sirve para la domesticación, para perpetuar las relaciones de poder existentes, para anular el pensamiento crítico y generar sujetos pasivos ante la vida, ante la realidad.
Desde el equipo de educación popular "Pañuelos en Rebeldía" promovemos procesos de formación de educadoras y educadores críticos, problematizadores de la realidad. Identificamos a la educación popular como una herramienta que sirve para contribuir con procesos organizativos que tienden a la transformació n y a la emancipación de la sociedad en que vivimos; de manera que, a partir de la lectura del mundo y a través de una acción concreta se asuma el compromiso de recrearlo.
La educación tradicional, que Paulo Freire llamó de "bancaria", pone énfasis en la transmisión de los conocimientos, en su depósito en recipientes que se suponen vacíos de conocimientos, en la mirada estática de la realidad, de la historia, de la vida. Muy por el contrario, la formación que proponemos, radica en la apuesta al reconocimiento de la realidad como dinámica, como construcción histórica y cultural, en la que se dialoga entre las distintas culturas existentes; que además interpela el permanente ejercicio del capitalismo y del patriarcado, así como la funcionalidad de ambos sistemas en relación al disciplinamiento de nuestras subjetividades y de nuestros cuerpos.
De esta manera, los procesos de formación emprendidos intentan quebrar con la racionalidad opresiva hegemónica, que se basa en esquemas de pensamientos- acción binarios, esquemáticos, jerárquicos e inmutables. Que se aferra a las certezas eternizadas y que porta verdades universales, homogeneizantes y reduccionistas que facilitan la concreción de mecanismos de control de un sistema basado en la injusticia, en la expropiación, en la opresión, explotación y aniquilación del diferente.
Desde nuestros objetivos intentamos promover la formación de educadoras y educadores éticos, dialógicos, comprometidos con la cultura popular, que reconozcan la existencia de diversos saberes coexistiendo en el mismo universo.
Entendemos al proceso educativo como continuo y sistemático, lo que implica momentos de reflexión y estudio sobre la práctica del grupo o de la organización con la que se trabaja. Proceso en el que no se escinde la relación "entre teoría y práctica". Concebimos a la educación popular como concepción que requiere necesariamente la presencia de una coherencia entre los objetivos, contenidos y métodos utilizados en los procesos de formación, y que apuesta a la construcción colectiva de conocimientos en dialogo con las teorías y saberes emancipatorios históricamente construidas.
Equipo de Educación Popular "Pañuelos en Rebeldía"

INSCRIPCIÓN:
por correo electrónico, en panuelosenrebeldia@ gmail.com, o los miércoles de marzo, de 18 a 20.30 hs.
En el Espacio Cultural Pompeya (Carlos Maria Ramirez 1469, a la altura de "Del barco Centenera al 3150") POMPEYA

miércoles, 20 de enero de 2010

La revolución en la escuela empieza por la palabra

El cambio primero, el más abarcativo, el más importante será aquel que ponga al lenguaje -su ejercicio y su disfrute-en el centro de nuestras vapuleadas escuelas secundarias.
Por: Angela Pradelli
Fuente: ESCRITORA Y DOCENTE, PREMIO CLARIN DE NOVELA

Todos sabemos que hay que creerles a los poetas porque la verdad que encierra la poesía les viene de una comprensión clarividente. El escritor inglés John Berger en una poesía cuyo título es Palabras nos dice:

La lengua / es la primera hoja de la columna vertebral / bosques de lenguaje la rodean / como un topo / la lengua / abre madrigueras en la tierra del habla / como un pájaro / la lengua / vuela en arcos de palabra escrita. / La lengua está amordazada y sola en la boca.

Si como dice el poeta inglés, el lenguaje es la primera hoja de nuestra columna, entonces tenemos que afirmar que son las palabras las que nos ponen de pie. Las palabras son las que nos hacen dar nuestros pasos y avanzar por los caminos.

Me gustaría poner el énfasis en esta idea y que este poema no se leyera sólo, aunque lo es por supuesto, como una bella construcción metafórica. Este texto de Berger encierra una verdad que los profesores de todas las materias deberíamos repetirnos cada día antes de entrar a clase: el lenguaje nos pone de pie y nos hace andar. Avanzamos gracias a nuestras palabras. Los docentes, aun más tal vez que los escritores incluso, tenemos que comprender la importancia que tiene el lenguaje para vivir. Lo decisivo que resulta en nuestras vidas, en la de nuestros alumnos. Tenemos que saber que todos nuestros pasos, para aquí o para allá, son unos u otros según sean unas u otras las palabras que pronunciamos o según sean unas u otras las palabras que preservamos en los silencios.

Cabe entonces que nos hagamos algunas preguntas: ¿qué enseñamos los profesores en las clases de lenguaje? Más allá de los diseños curriculares, ¿cómo enseñamos la lengua? Más allá incluso de las grandes reformas: ¿qué buscamos los docentes, qué aprenden nuestros alumnos?

Trabajamos en el aula con una cantera que está en constante actividad. La lengua es una masa que en su propia fermentación puede crecer y crecer. Sabemos mucho acerca del lenguaje pero a pesar de los estudios y las investigaciones, todavía no sabemos cuándo ni cómo nació. El enigma sobre su origen nos instala a su vez frente a una paradoja: el lenguaje, con el que construimos las explicaciones para las cosas más incomprensibles de este mundo, aún reserva para sí la explicación madre, su nacimiento. En cada clase, alumnos y profesores nos hundimos en un misterio que hasta ahora permanece indescifrable.

Con la palabra establecemos diálogos con la historia, la filosofía, la ciencia, las religiones. Tratamos de esclarecer aquello que nos preocupa, nos deslumbra, nos resulta oscuro. Con la palabra intentamos dilucidar todo lo que se nos presenta como un misterio, pero hasta ahora es ella misma la que guarda para sí el secreto de su origen.

Hablamos, pero no sabemos con certeza por qué lo hacemos. Desconocemos el primer paso, el mecanismo primero que operó en el hombre y articuló palabras en una boca. Los investigadores no se pusieron de acuerdo y hay distintas corrientes. Esas distintas líneas, que no acuerdan, ahondan el misterio. Sin embargo ese misterio es lo que nos sigue definiendo como especie. Tenemos, como otros seres en el universo, vida, pero somos los únicos seres que además de vida tienen habla. Somos los únicos animales de lenguaje, por lo que hay una relación de necesidad entre el hombre y las palabras.

Y es ese misterio aún inexplicable la mismísima materia de la transmisión en el aula. A ese arcano entramos con nuestros alumnos en cada clase. Cada día rodeamos ese enigma y tratamos de abarcarlo. Pero, paralelamente, todos nosotros estamos ceñidos por el lenguaje, que tantas veces se nos presenta como un límite. Aunque esa limitación no nos impide que sea en la lengua justamente donde despleguemos, una a una, las capas de nuestra subjetividad.

Alumnos y profesores trabajamos para desamordazar la lengua y rescatarla de la soledad en la que anida, recuperarla de la mudez que habita en cada boca.

¿Qué buscamos los profesores en nuestras clases? Intentamos que nuestros alumnos despierten la lengua de las bocas anestesiadas, le "entren" al lenguaje, que merodeen sus entrañas, que lo intuyan. Nuestros alumnos son sujetos que leen y construyen textos en el aula. Enuncian sus miedos y fracasos, opinan, piden, reclaman.

La lengua transmite diferentes potencialidades. Por el lenguaje elaboramos complejísimas situaciones aun cuando estemos hundidos en el peor de los desasosiegos. La lengua nos permite salir de las experiencias más perturbadoras. Las palabras nos ayudan a abordar el inmenso enigma que es el yo, y también nos ayudan a acercarnos, aunque sea acercarnos, al misterio que siempre es el otro.

El habla es un acto que debería conmovernos cada vez que se concreta. Tal vez la revolución más necesaria en las aulas sea la del lenguaje. El cambio primero, el más abarcativo, el más importante será aquel que ponga al lenguaje en el centro de nuestras escuelas secundarias, que haga de la lengua un eje en cada una de nuestras aulas.

viernes, 1 de enero de 2010

Minorias o Mayoria?

Después del 28 somos minorías... y qué?
¿No fuimos siempre minoría?

Fuimos minoría cuando caminamos al lado de las Madres
Fuimos minorías mientras nos mantuvimos en contra de los indultos, de la obediencia debida y del punto final
Fuimos minorías cuando denunciamos que ningún país puede sobrevivir rematando sus empresas al mejor postor en medio de la fiesta menemista
Fuimos minoría cuando nos indignamos y marchamos y protestamos mientras se destruía el aparato productivo dejando debajo de la línea de pobreza a una clase obrera noble, digna y luchadora
Fuimos minoría cuando defendimos la Educación Pública y acompañamos a los maestros en la Carpa Blanca
Fuimos minoría cuando repudiamos las leyes de flexibilizació n laboral
Fuimos minorías cuando no compramos la ilusión de que un peso era un dólar y también fuimos minorías cuando advertimos sobre las consecuencias de ese espejismo

Somos minorías cuando nos oponemos a la criminalizació n de la pobreza
Somos minorías cuando nos avergonzamos de los prejuicios de clase, de género, de raza que aparecen tan frecuentemente en la boca de nuestros compatriotas
Somos minorías porque nunca insultamos a nuestros hermanos extranjero usando expresiones como “bolitas”, “paraguas”, “chilotes” ni despreciamos a nuestros hermanos menos favorecidos llamándolos “negros”, “villeros”, “cabezas”
Somos minorías cuando elegimos reflexionar en lugar de repetir lo que dice la radio, la tele, los diarios
Somos minorías porque estamos orgullosos de la Argentina mestiza y latinoamericana y nos hace gracia la fábula de la Argentina blanca y europea
Somos minorías porque nos avergüenza la pobreza, la injusticia, el hambre
Somos minorías porque todavía pedimos justicia por los desaparecidos, condena efectiva para los genocidas de la dictadura y restitución de los hijos apropiados
Somos minorías porque para nosotros el derecho a la propiedad privada no es, ni va a ser nunca sagrado

Somos minorías ¿y qué?
No nos derrotaron porque ellos se convirtieron en productos y fueron vendidos como mercancía
No nos derrotaron porque para ellos la política es una inversión y la función pública un negocio
No nos derrotaron porque ellos compraron su victoria
No nos derrotaron porque hasta para celebrar necesitaron una puesta en escena
No nos derrotaron porque lo único sagrado que tienen es el auto importado, la casa en el country y las vacaciones miamescas

Nunca van a derrotarnos porque nuestros compañeros; aquellos que dejaron la vida en la lucha, aquellos a los que le destrozaron el cuerpo en la tortura, aquellos a los que encerraron en campos de concentración, aquellos a los que le robaron a sus hijos, y aquellos a los tiraron vivos al mar; viven en nosotros.

Y, algunas veces, cuando ellos nos iluminan, sus palabras aparecen en las nuestras, su fortaleza surge en nuestra militancia, sus sonrisas se dibujan en nuestras caras y su entusiasmo nos hace cosquillas en la sangre y volvemos a salir otra vez a la lucha. Aunque seamos minoría.


Seguimos soñando con un país más justo
Seguimos adelante con la construcción del proyecto nacional y popular

Porque a nosotros, que somos minorías, nos sigue doliendo el dolor de los demás

MC