jueves, 6 de marzo de 2008

Pasión por Enseñar

Hay tantas clases de clases como clases.
Una de ellas es la de las inolvidables: recuerdo una clase deliteratura en la que el profesor abordaba Don Quijotede la Mancha; de pronto, con un gesto vehemente abre el libro y se embarca a leernos el pasaje donde el Quijote muere.
Entonces, el profesor empieza a llorar,llora mientras lo lee, cada vez más desconsoladamente,con un último hilo de voz llega hasta el punto final. Cierra el libro, saca un pañuelo, se recompone un pocoy dice: "Hemos perdido a un gran hombre".
En el aula no vuela una mosca, fascinados por la escena. Después íbamos a enterarnos de que en todos los cursos este profesor repetía la misma escena dellanto emocionado en el mismo pasaje del libro. Era supequeño y pícaro aporte para que nos interesásemos porla literatura.

Hay tantas clases de escuelas como escuelas.
Un padre me comenta, asombrado, que en la escuela de su hijo no le permiten que vaya con el pelo largo.Cuando se acerca a hablar con la directora para defender el derecho de su hijo a tener el cabello como guste, ella le explica que es por el tema de la pediculosis. Al padre no le parece muy razonable la respuesta, siendo que las chicas sí pueden llevar el pelo largo, y le plantea que, en todo caso, su hijo puede atárselo.
En fin, señor, termina confesando ladirectora, ocurre que no queremos acá chicosanormales.

Hay tantas clases de docentes como docentes.
Una profesora me cuenta esta experiencia personal: en una prueba escrita descubre a una alumna con las manos debajo del banco, se acerca y le encuentra su machete escondido. No se enoja, no le grita, no hace público el hecho, no la pone en evidencia frente a suscompañeros, no la expone para que el resto escarmiente; en el más absoluto silencio le retira la hoja y le pone un 1. Días después, le toma el recuperatorio y, ya al final de la hora, vuelve a descubrir a la chica con las manos debajo del banco. Se acerca, resignada, y encuentra que lo que escondía esta vez su alumna era un ramito de jazmines. Son para usted, le dice, y se lo entrega junto con el examen terminado y con la mayoría de los puntos bien resueltos.
Todo chico valora ser respetado, me comentala profesora, todo chico merece ser respetado. Porque son chicos, y están aprendiendo.

Hay tantas clases de chicos como chicos.
Unicos e irrepetibles, cada uno con su mochila de problemas yde talentos; a lo mejor, la escuela debería esforzarse por contemplarlos en particularidad, para que cada uno desarrolle lo que tiene para desarrollar, también único e irrepetible, más allá de lo que indican los programas con sus objetivos tan generales.

Hay tantas clases de pasiones como pasiones.
La pasión por enseñar es una de ellas, y da la casualidad de que es esta pasión la que puede despertar la pasión por aprender.

Hay tantas clases de comienzos como comienzos, ojalá sea éste un comienzo de clases totalmente apasionado para todos los docentes y para todos los chicos.

Por Mex Urtizberea
Para LA NACION
http://www.lanacion .com.ar/opinion/ nota.asp? nota_id=991379

No hay comentarios:

Publicar un comentario