miércoles, 12 de diciembre de 2007

Evocando a Enrique Pichon Rivière


Autor Alfredo Moffat
Publicado en "El Semejante"
Si tengo que recordar lo que aprendí de Enrique creo que en principio no puedo recordar sus teorías, nunca me hablaba de eso, sino que hacía algo especial, yo veía en él un hacer. No un hacer sencillo, sino un aproximarse de manera especial frente al otro, un mirar, un percibir qué le sucede cuando él decía algo. Por ejemplo, yo ahora estoy diciendo algo frente a ustedes, entonces los miro para ver qué les pasa con lo que dije, esto es trabajar con el feed-back. Esa relación creo que es lo que más aprendí de él, en ese sentido era una persona muy extraña, generaba un cambio emocional en quien lo escuchara. Nunca conocía nadie como él, y eso que conocí gente muy fuerte como a Paulo Freire, Helder Cámara, incluso a la Madre Teresa de Calcuta, y otras personas fascinantes, pero ninguno tenía esa magia: cuando te miraba, vos entendías algo sobre vos. No sé cómo hacía. Era lo más parecido a un maestro Zen, élrespondía con un acto, con una frase cotidiana que te partía en dos, para despuésayudarte a armar tu alma mejor que antes.
Un día lo fui a ver, después de haber pasado la tarde en el hospicio Borda, dondeestaba haciendo la Peña Carlos Gardel, una comunidad terapéutica autogestiva formada por doscientos internados del fondo. Yo estaba muy amargado por esa psiquiatría represiva, siempre nos estaban tratando de expulsar diciendo que éramos “un grupo de prostitutas y delincuentes que pasaban vino, liderados por un psicópata mesiánico”. Pichon, para mi desconcierto, me dijo: “Tienen razón. Nadie te define mejor que el enemigo”. Para aquellos psiquiatras represivos, el amor a los pacientes es equivalente a la prostitución, ¿cómo se puede querer al paciente? Se parece a una promiscuidad emotiva. Sí, tenían razón, algo de entrega había..., ellos creían que la gente se pone alegre sólo cuando toma vino, como nosotros les llevábamos alegría, música, bailes, aunque repartíamos jugo de naranja, para ellos si hay alegría, es lo mismo que le hubiéramos dado vino; y finalmente Pichon me dijo: “si vos no fueses un poquito psicópata mesiánico, no te hubieran seguido treinta estudiantes a trabajar, durante horas y horas, al fondo del manicomio”. Enrique tenía razón: “nadie te define mejor que el enemigo”. Otro día fui a supervisar con él, le contaba las situaciones atroces que veía en el manicomio: aplicaciones de electroshockcomo castigo a los internados, chalecos, comida incomible y esos patios convertidosen chupaderos intemporales donde tiraban a los pacientes durante años. Yo venía muyasqueado de ver algo tan desesperante, y Enrique estaba allá, en su casa de la calleMelo, pintando insólitamente el inodoro de negro (no se para qué, seguramente erauna teoría que había inventado), después de escucharme me dijo en voz baja algo dela mierda y de tirar la cadena, empleaba palabras muy directas que son las que pegan.Ahí me di cuenta que lo que yo estaba haciendo en el Borda, era meter la mano enla mierda, por lo tanto no tenía que darme asco porque corría el riesgo de distraermede la tarea terapéutica. Era un maestro que develaba lo siniestro en lo cotidiano, perono te dejaba en banda, siempre indicaba un camino para revertir la muerte en vida.Generaba situaciones psicodramáticas sin avisar, esta es una anécdota que mecontó en una noche de insomnio: estaba en la Facultad de Medicina, tenía que inaugurar un gran Congreso sobre esquizofrenia, junto a él estaban Bleger, Liberman,Fiasche, los primeros pichones de Pichon. Cuando subió al escenario sintió que ledepositaban a él toda la angustia de abordar un tema como la desintegración psíquicade una persona. En un momento dado, alguien dice: “Ahora va a hablar el doctorEnrique Pichon Rivière”. Empieza entonces a mirar alrededor, se inclina mirando al suelo, sigue buscando papeles, mirando al público como distraído, sus colaboradoresempezaron a preocuparse, especialmente José Bleger que era muy obsesivo, pensaron: “éste vino en pedo y nos va a cagar todo… ¡es un papelón!”, comenzaron a ponerse nerviosos y a angustiarse. Enrique al ver al auditorio así intranquilo dijo: “Por las toses, veo que está más repartida la angustia que al principio, por lo tanto ahora sívamos a empezar”. ¡Qué fineza! esto de trabajar casi teatralmente con el feed-back.Al lado de Enrique te podías angustiar, pero nunca aburrirte. Sentía mucha angustiade muerte, tenía insomnio porque para él dormir era parecido a morir, también suprofunda melancolía lo hacía más amigo de la ginebra que lo conveniente. Tenía una biblioteca que era un caos absoluto, a veces me hacía buscar libros que después meenteré no existían, yo no sabía para qué me hacía buscar inútilmente en ese caos total,en donde nunca encontraba nada, una vez me confesó que era para que yo me mantuviera despierto en plena noche y de esta manera él pudiera dormitar algo, necesitaba que alguien le sostuviera la vigilia.Era también, una persona muy cariñosa, me miraba a los ojos y me decía: “Vos sosmi hijo putativo” (sospecho que lo de putativo lo decía desde ese fondo arrabalero yjodón). Estaba cómodo en un bodegón mistongo con un mozo correntino al que le decía algo en guaraní y también en París discutiendo sutilezas psicoanalíticas, en francés con Lacán. Una vez me dijo: “vos sabes que el concepto de la angustia de muerte en Heidegger lo entendí cuando trabajaba con un grupo de boxeadores en el Luna Park, porque ellos están, muchas veces, al borde de la muerte por un mal golpe¨. Él podía ir de lo más abstracto, lo culturalmente más delicado, a lo más inmediato, popular y concreto. Contenía toda la gama de los caracteres humanos, nos contenía a todos nosotros.Ahora voy a contar algo de cómo curaba, como los actuales sistémicos, a travésde un acto. Recuerdo que una vez, Enrique iba para Tucumán a inaugurar la Escuelacon Ana Quiroga, lo fui a despedir y cuando estaba por salir el tren, me dice: “No tengo reloj, prestame el tuyo!” Le di el que tenía, me lo había regalado mi abuela alemana, lo tenía desde los quince años, andaba perfecto.Él había percibido que yo siempre estaba mirando la hora, después me lodijo: te vi. muy ansioso con el tema del tiempo. El reloj no apareció nunca más,seguro lo cambió por ginebra. Estuve seis meses sin reloj pero curiosamente ya notuve más ansiedad por la hora. En otro momento me comentó: “yo me hice cargodel tiempo, el reloj te hacía mal”. Enrique te curaba sin que vos te dieras cuenta.Después de Pichon no tuve más maestros, salvo Angel Fiasche al que quieroreconocerlo públicamente, psicoterapeuta con mucha sensibilidad popular, creo queme ha transmitido lo de él y también algo de Pichon, en esto de las estrategias terapéuticas insólitas, alternativas.Pichon se nos fue hace muchos años, pero por supuesto que no está muerto. Enla Peña Carlos Gardel, con los muchachos compañeros del fondo del Borda, decíamos:“Carlitos, cada día cura mejor”, de Enrique podríamos decir lo mismo. Está vivoentre nosotros. Ahora en los centros académicos se lo ignora, no existe. Las facultades cayeron en una teorización hipertrofiada en donde todo es tan oscuro y complejo que se les ha traspapelado el paciente. Trabajan con el discurso del paciente. Se les perdió la persona. ¿Cómo puede pasar esto? Es como si a los mecánicos se les traspapelara el motor. Se ocupan de la carrocería y la lustran, y como no abren el capot, imaginan misteriosos carburadores, pistones forcluidos pero no ayudan a que el pobre coche siga andando. Pichon era el escándalo, era el que contradecía a todos y como en el cuento del emperador y su maravilloso traje invisible, Pichon pateaba el tablero y decía: "El emperador está desnudo", (seguro hubiera dicho ¨en bolas”). En esta época todos ven el traje invisible, pero además lo describen con las mismas palabras, todos ven los mismos dibujos en el traje porque leyeron los mismos libros.Pichon era molesto para el poder, por eso lo echaron del manicomio y de la AsociaciónPsicoanalítica Argentina que él había fundado, cuando los llamó ¨cafishiosde la angustia¨. Pichon te abría la cabeza, en realidad te la partía en pedazos, para que vos, luego armes tu rompecabezas con una nueva figura.La creación lleva al desconcierto y Pichon era desconcertante, inesperado,con un humor irónico y tierno que hacía tambalear nuestras seguridades. Pero eneste momento de descomposición social, lo absurdo, lo paradojal, está instituido comola norma. Esta que estamos viviendo, sufriendo, es una paradoja siniestra noesclarecedora, el corrupto dice que hay que combatir la corrupción, los policías roban, la víctima es culpable y el que denuncia esto es un delincuente.Tal vez en este momento de crisis social, sea realmente funcional aunque sea comosin, toma reprimir todo pensamiento develador y por lo tanto movilizante. Tal vez alvernos hundidos hasta el cuello en este mar de mentiras, injusticia, violencia y corrupción, estemos tentados a decir la frase histórica ¨no hagan olas¨ y por lo tanto tendría justificación piadosa convertir temporariamente, el pensamiento profundo sobre lo humano, en una papilla ligth posmoderna. Pero pienso que cuando los argentinos nos demos cuenta de lo que nos está pasando, cuando salgamos del sopor del miedo que produjeron los milicos asesinos, y de la destrucción de todas las estructuras solidarias comunitarias, familiares. Cuando queramos salir de este momento de soledad y paralización vamos a tener que recobrar el pensamiento de Enrique que es muy complejo, pero muy operante. Sus teorías las extraía de las experiencias vividas y observadas, tal como hace todo creador. El tema de los grupos operativos surgió en el manicomio. Los psiquiatras que en aquella época eran de la Alianza Libertadora Nacionalista, le sacaron todos los enfermeros para hacerlo renunciar como jefe de su servicio. Pichon entrenó en muy poco tiempo a los mejores pacientes, los más solidarios, no a los más sanos. A veces pasa que el más sano, no es el más útil, porque está lejos de la enfermedad. Buscó a los que tenían más capacidad reparatoria. Formó un equipo al que llamó Grupos Operativos, con los cuales el servicio funcionó mucho mejor.

Aporte de la Prof. Beatriz Álvarez

1 comentario:

  1. Gracias por compartir esto,gracias por las risas que me arrancaron estas anecdotas,gracias por el aprendizaje!....

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